Hoy es domingo.
Estamos todos en casa.
Después de comer
vamos a dormir la siesta.
Nuestro protagonista quiere dormir,
pero los ruidos cotidianos no le dejan.
Escucha el ¡zzz-zzz-zzz! de los ronquidos
de su madre; el ¡clin-clin-clin! del tenedor
de la abuela batiendo huevos...
Este relato incide en la importancia de
respetar las horas de sueño de los más
pequeños y concede, sobre todo, un
papel relevante al sentido del oído para
ir conociendo cada día un poco más el
mundo que nos rodea.