El tío Ramón tuvo una idea para ahuyentar a los mirlos que se comían los higos. Pero nunca un espantapájaros fue tan humano, pese a su corazón de melocotón.
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información