Por fin, sus esfuerzos tenían recompensa:
Mago Rosa había conseguido hacer
una bolsa de cuero que se lo tragaba todo.
Bastaba con decir:
¡OLETEMOC!
Después de muchos experimentos, este mago
monocromático encuentra una fórmula para
satisfacer su ilimitada avaricia y maldad gratuita.
A partir de ahí empieza a llenar su bolsa a la
orden de ¡Cómetelo!, al revés.
No obstante, su periplo de codicia incontrolable
se ve interrumpido cuando se encuentra con un
bondadoso y generoso manzano.